A principio de octubre participé en un actividad de una empresa importante que desde sus inicios ha integrado, de manera adecuada los negocios, su responsabilidad social y ambiental.
Ese día daba una muestra más de su compromiso con un slogan integrador en la preservación del medio ambiente.
Llegué luego de iniciado el acto formal y dos discursos me dejaron pensativo. Uno el de una capitana de una empresa tradicional dominicana, que en los últimos años ha desplegado una costosa campaña publicitaria y de relaciones públicas para mostrarse como una compañía abanderada con el medio ambiente. Se trata de una empresaria conocida, con apellido de renombre. La veía y me parecía ver a una joven recitando un discurso memorizado tipo “botella”.
No mostraba emociones ni empatía. Podía creer lo que dice? Hasta qué punto ella creía lo que decía? Me pregunté.
La otra persona, una señora de más edad con bastón en mano y una larga historia por el ambiente costero-marino. Su discurso fue emotivo y vivencial.
No quiero ser más exigente de la cuenta pero creo que el discurso de Responsabilidad Social Empresarial debe ser creíble. No basta con que publiquemos 2 páginas en un periódico promoviendo el loable esfuerzo de preservar el ambiente.
Si queremos que la sociedad crea en la #RSE los discursos de los CEOs o directivos deben ser creible. Debe haber una relación entre lo que decimos y cómo lo decimos. Una imagen habla más que mil palabras y un gesto nos reconoce en cómo somos y en lo que creemos.
En la #OpinionRSE de #EmpresasResponsablesRD abogamos por un discurso de Responsabilidad auténtico, vivencial, testimonial y de compromiso con las mejores causas. Apostamos por ello.