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Factores para un Voluntariado Corporativo de valor y alto impacto

Actualizado: 8 jun 2020


Ya sea que se esté llevando a cabo un programa de Voluntariado Corporativo (VC) o que se desee comenzar a hacerlo, la consideración de ciertos factores en su diseño o rediseño e implementación, puede contribuir a lograr mejores resultados y mayor impacto para los involucrados: la empresa, los voluntarios y la comunidad.

Mediante el VC las empresas promueven, apoyan y facilitan actividades que tienen como finalidad el involucramiento y la participación de sus trabajadores (sus colaboradores) como voluntarios para contribuir con causas sociales y/u organizaciones sociales sin fines de lucro, que apunten al desarrollo sostenible y a la mejora de la calidad de vida de las comunidades.

Si bien no hay una única o mejor forma de desarrollar el VC, si es gestionado de forma adecuada y se lo integra a la estrategia empresarial, puede aportar múltiples beneficios.


Las empresas pueden, mediante el VC, instrumentar prácticas de Responsabilidad Social Empresarial, fortalecer su clima organizacional, el desarrollo de competencias en sus colaboradores, su vínculo con la comunidad y mejorar su imagen corporativa. Los voluntarios satisfacen su deseo de ayudar a otros, potencian habilidades y vínculos con sus compañeros y otras personas. La comunidad logra incrementar la cantidad de voluntarios dispuestos a brindar sus aportes y conocimientos específicos, formar alianzas con empresas para obtener variados recursos, entre otros beneficios.

En primer lugar, al diseñar e implementar el VC hay que tomar en cuenta las necesidades y expectativas de estas partes involucradas. Esto permitirá desarrollar un programa de VC estratégico.

¿Qué objetivos tiene una empresa al llevar a cabo este tipo de prácticas? ¿Necesita fortalecer su vínculo con la comunidad y/o entre sus colaboradores? ¿Desea potenciar determinadas competencias como empatía, trabajo en equipo y adaptabilidad de su equipo de trabajo mientras colabora con una causa social? ¿Qué están precisando las organizaciones sociales para continuar desarrollando su trabajo? ¿Recursos materiales, difusión de su compromiso hacia una causa social, apoyo técnico? ¿En qué tipo de actividades de voluntariado les gustaría participar a los colaboradores de la empresa? ¿Qué disponibilidad tienen para hacerlo? Estas son tan solo algunas de las tantas preguntas que se pueden generar en esta instancia y es necesario relevar.

Lograr esto implica un esfuerzo de cada una de las partes por aproximarse a las otras para comprender qué les preocupa y qué puntos de coincidencia estratégica pueden existir. Ese acercamiento puede producirse a partir de vínculos ya establecidos entre empresas con organizaciones sociales o a través de la información que éstas, trabajadores, clientes, el Estado, organizaciones que promueven el VC y la RSE puedan proporcionar sobre quién pueda estar precisando colaboración y quién podría otorgarla, para luego indagar directamente las necesidades. De este modo se puede planificar y llevar a cabo un proyecto en el que se reflejen intereses compartidos y se establezcan objetivos que tengan valor para los involucrados. Estos objetivos deben ser alcanzables, medibles y relevantes.

Una vez establecidas y compartidas las necesidades, motivaciones y expectativas de las partes, otro factor clave es explicitar las posibilidades y límites de cada una, así como también qué tipo de recursos va a poner a disposición del otro para lograr los objetivos comunes y beneficios mutuos.

La disposición de recursos orientados hacia las actividades de VC es una de las formas en cómo puede manifestarse el apoyo de directivos u otras personas que ocupan posición de liderazgo hacia este tipo de prácticas, lo que constituye otro aspecto relevante para que el VC sea sostenible. Debe existir un compromiso claro con los objetivos propuestos, buscando que todas las partes involucradas ganen, generando autosuficiencia, sustentabilidad y evitando relaciones de dependencias.

Es decir, si se trabaja en conjunto, formando una alianza estratégica entre empresas y organizaciones sociales, el VC puede representar una oportunidad de aprendizaje y adquisición de nuevas capacidades. Las organizaciones sociales necesitan captar fondos para financiar sus proyectos, sin embargo, no es lo único que precisan y que las empresas pueden brindarles. Estas también pueden aportar, además de recursos financieros, otros como materiales, equipamientos, uso de instalaciones, recursos tecnológicos, conocimientos de sus voluntarios, habilidades y competencias, medios de difusión y contactos, entre otros. A su vez, las organizaciones sociales pueden contribuir con las empresas con sus conocimientos técnicos sobre gestión de proyectos sociales, experiencia en trabajo en problemáticas sociales y facilitar el acercamiento a las comunidades.

En este sentido, la selección de los tipos de actividades de VC que se lleven a cabo, forma parte de los factores relevantes que incidirá en el desarrollo de estas prácticas. Esas actividades pueden elegirse en base a los objetivos que se pretenden conseguir al practicar VC, a la articulación de las necesidades e intereses detectados de las partes involucradas en un determinado contexto; a que las actividades pongan en práctica y transmitan los valores centrales de la cultura de la empresa (como puede ser la solidaridad, el trabajo en equipo, el respeto, responsabilidad, transparencia, etc.) compartidos con los de las organizaciones sociales con las trabajan en conjunto; a que estén alineadas con la actividad principal del negocio (el “core business”, es decir, por ejemplo, que una institución financiera puede planificar entre sus actividades la enseñanza de educación financiera), al compromiso asumido por las partes en cuanto a recursos para poner a disposición y al impacto que se desea obtener.



Algunos tipos de voluntariado implican un nivel más profundo de gestión, interacción y compromiso entre las partes, lo que repercutirá en lograr un mayor alcance e impacto que el que se hubiera obtenido si cada una hubiera actuado sola. De esta forma una empresa puede llevar a cabo actividades que combinen diferentes niveles de colaboración o centrarse en alguna de ellas.

A modo de ejemplo, puede realizar campañas de recolección de alimentos y ropa para donar (que apuntan a atender situaciones de emergencia y se vinculan más con la filantropía); y también tener prácticas que requieren un mayor involucramiento y generen un alto impacto como el voluntariado basado en habilidades.

Por lo tanto, las organizaciones sociales no solo pueden verse beneficiadas al recibir donaciones para satisfacer necesidades básicas, sino que, además, pueden continuar creciendo y fortaleciéndose al obtener el apoyo de voluntarios corporativos que les brinden servicios profesionales que pueden estar necesitando de asesoría legal, rendición de cuentas, comunicación, entre otros, mediante modalidad online, como puede ocurrir con el voluntariado pro-bono. Esto permitirá que esas actividades de VC se continúen en el tiempo, ya que la empresa puede aportar desde lo que mejor conoce, sabe hacer y fomentará la participación de sus colaboradores como voluntarios.

La generación de un clima laboral que fomente la participación activa y voluntaria de los trabajadores es fundamental para el desarrollo de las prácticas de VC. Esto se puede lograr mediante la habilitación de espacios en donde los voluntarios puedan brindar sus ideas, aportes sobre nuevas iniciativas y propuestas de mejora y/o adaptación de actividades que se están llevando a cabo al contexto y necesidades detectadas.


El hecho que la empresa tome en cuenta sus intereses y opiniones, conozca sus habilidades y lo que podrían aportar, cuide de su salud al realizar estas prácticas y brinde reconocimiento por su labor como voluntarios, son aspectos que van a facilitar y motivar su participación en VC. La comunicación interna de las instancias de planificación, ejecución y de evaluación de estas prácticas va a jugar un rol importante en promover esa participación, así como también la confianza que se genere a través de un compromiso explícito o una participación activa y visible de la dirección de la empresa. Asimismo, la comunicación externa de estas prácticas puede incidir en cómo potenciales trabajadores, otras compañías, comunidad, clientes y organizaciones sociales visualicen lo que significa el VC para la empresa y en la concepción que establezcan de su imagen.

Por otro lado, el monitoreo y evaluación constante de las actividades de VC va a permitir su mejora, adaptación, el logro de un mayor impacto, que las partes sientan que efectivamente esas acciones logran agregarles valor a su trabajo y que vale la pena el esfuerzo realizado, compromiso y dedicación. Es importante que la empresa cuente con una estructura que gestione el VC en cuanto a sus iniciativas, diseño, implementación, monitoreo y evaluación (como puede ser una comisión o departamento que se encargue de los asuntos vinculados con desarrollo sostenible, Responsabilidad Social Empresarial, entre otros) para hacer más eficiente el uso de los recursos y la coordinación.

El contexto en el que estamos viviendo nos plantea como desafío continuar practicando VC o comenzar a hacerlo, ya que las crisis son oportunidades para re priorizar las actividades, reflexionar sobre ellas y su sentido, adaptar lo que venimos haciendo, proponer iniciativas de acuerdo a las necesidades relevadas, estrechar nuestros vínculos para ver qué podemos aportar. Todos podemos colaborar desde nuestro lugar, no hay ni un único ni mejor camino para hacerlo.

Como hemos visto, existen factores que pueden contribuir para continuar y fortalecer el VC, estableciendo puentes entre las empresas, voluntarios y organizaciones sociales para trabajar en conjunto por un mundo mejor.




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Geralt en Pixabay



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